miércoles, 23 de setiembre de 2009

LA HIPOCRESÍA GLOBAL


Si existe una palabra, sencilla de pronunciar, pero cuyas implicancias alcanzan a todo el orbe, esa es: Globalización.
Este fenómeno económico que consiste en la tendencia de los mercados y de las empresas a extenderse, trascendiendo fronteras nacionales hasta alcanzar un nivel mundial, ha remecido el terreno político y social.
Sus partidarios señalan, que entre los beneficios que ésta produce se encuentran: el desarrollo tecnológico, el incremento de los medios de comunicación y la disciplina fiscal; mientras que sus detractores, le imputan ser la causante de la precarización del empleo, del incremento de la pobreza y, principalmente, de ser una política económica imperialista.

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“En este sentido, no es honesto decir que el Estado debe desaparecer, si es gracias a éste que las multinacionales obtienen las normas que contribuyen al incremento de su patrimonio”.
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Lo cierto es que no existe sistema político o económico aplicado por un Estado que esté libre de algún tipo de críticas. Al estatista se le acusa de hacer dispendios en materia de gasto social y de producir las grandes crisis inflacionarias y, al que preconiza una economía de mercado, se le critica por dejar que todo problema, de cualquier índole, sea resuelto por una “mano invisible” que, para ser sinceros, dudamos que exista.
Si hay algo de lo que se ufanan los propulsores de la globalización es que todo lo debemos dejar a la libre determinación del “laissez fare, laissez passer”; sin embargo, la realidad constituye el mentís a esta sacro-santa frase. Estados Unidos, el paradigma de los neoliberales, subsidia anualmente con 30 mil millones de dólares a sus agricultores, empero, ¿quién lo acusa de practicar una medida proteccionista? Nadie. España, cuya empresa, Telefónica del Perú, constituye un monopolio gracias a los contratos-ley suscritos con los Estados en donde operan, no cumple con la “libre competencia”,y, ¿quién la cuestiona? Nadie.
Nosotros consideramos que sea cual sea el sistema que impere, las personas encargadas de ponerlo en marcha deben estar provistas de una cualidad que ,hoy por hoy, está muy venida a menos: la honestidad.
En este sentido, no es honesto decir que el Estado debe desaparecer, si es gracias a éste que las multinacionales obtienen las normas que contribuyen al incremento de su patrimonio. Tampoco lo es, censurar el intervensionismo, si el “Estado-Referente” –llámese USA- protege su industria.Vemos pues, que no sólo las economías se han globalizado, sino que también, la hipocresía lo ha hecho. Es por ello que hoy asistimos a una nueva etapa de este fenómeno: la hipocresía global. La cual esperamos, desde ya, obtenga mayor resistencia por parte de todos los ciudadanos probos del mundo.

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